Se les escapó de las manos el triunfo a los cadetes morados en un partido que dominaron durante los tres primeros cuartos y en el que al finalizar el tercero tenían doce puntos de diferencia que parecían suficientes para acabar consiguiendo la victoria. Pero un atasco general en ataque al comienzo del último cuarto (7 minutos seguidos sin anotar), una mala defensa, un bajón moral y físico… dio vida al equipo de Filipenses que sí creyó en sus posibilidades, mantuvo la concentración, la disciplina y la intensidad hasta el final, echó el resto y a la postre se llevó un partido que tenía perdido.
Los cadetes del Hotel Rey Sancho ven así como se aleja la tercera plaza del grupo que tuvieron prácticamente en la mano repasando una vieja, necesaria pero dolorosa lección de que “hasta que no se pita el final no se acaba el partido”.
Del partido diremos que los morados salieron metidos en el partido desde el principio, efectuaron, en gran parte del encuentro, presión en todo el campo con muy buenos resultados para ellos, provocando robos o pérdidas de balón, que supieron materializar enataques/canastas rápidos/fáciles y, en general, dominaron el partido con soltura. Pero cuando empezaron a flaquear física y mentalmente en defensa sus carencias ofensivas se magnificaron impidiendo que pudieran rematar y ganar el partido. Especialmente preocupante el atisbo final que creímos percibir de cierta ruptura entre la filosofía de juego que marca su entrenador y la que parecen tener en su cabeza y plasman, sin la obligada disciplina, los jugadores.